"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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25-03-2014 |
Entrevista a Antoni Aguiló, filósofo y profesor en la Universidad de Coimbra
“En Europa no hay democracia, hay fascismo electoral”
Jairo Vargas
El filósofo político explica las claves del proyecto de investigación en el que trabaja bajo las instrucciones del profesor Boaventura de Sousa Santos y en el que coordina el eje “democratizar la democracia”
En la misma callejuela madrileña, ahora con dos versiones frías y modernas de aquellos extraños espejos, Antoni Aguiló -filósofo político y doctorado en Humanidades y Ciencias Sociales- observa cómo la curva deforma el reflejo de su cara.
Imparte clases de Teorías de la democracia y Globalizaciones alternativas y reinvención de la emancipación social en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal), donde también integra el Núcleo de Estudios sobre Democracia, Ciudadanía y Derecho.
Ahora está en Madrid estudiando los lenguajes y prácticas políticas del 15-M en el marco de un proyecto más amplio que, explica, busca señalar ese esperpento valleinclaniano en el que se han convertido los conceptos y experiencias que rigen nuestro sistema: ALICE – Espejos extraños, lecciones imprevistas : definiendo para Europa una nueva manera de compartir las experiencias del mundo.
-¿Qué es ALICE?
-Un proyecto de investigación internacional financiado por el Consejo Europeo de Investigación y dirigido por el sociólogo Boaventura de Sousa Santos . El proyecto, liderado por el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra, se puso en marcha en julio de 2011 y tiene una duración de cinco años.
-¿Por qué ese nombre?
-Está inspirado en la Alicia de Lewis Carroll, un personaje que resuelve enfrentar las maravillas de otros mundos, distanciándose de lo convencional para dejarse llevar por la curiosidad y la imaginación. Esta actitud lleva a Alicia a cuestionar la realidad tal y como aparentemente es y a adquirir aprendizajes sorprendentes. Y la importancia del espejo en estos aprendizajes es central. Los espejos de Carroll no son, como los de Stendhal, una reproducción mimética del mundo, sino una metáfora que funciona como inversión de la realidad. Todo lo que en Alicia tiene relación con los espejos u ocurre dentro de ellos va en este sentido. El espejo representa una puerta hacia otros mundos, la metáfora de una posibilidad hacia lo imprevisto e insospechado, sea maravilloso o terrorífico. Por eso Alicia nos deja un aprendizaje: que la curiosidad sea más grande que el miedo, a la vez que nos plantea un desafío mucho mayor: activar nuestra capacidad de sorpresa para mirarnos en espejos extraños cuyos reflejos nos permitan aprender cómo vemos y quiénes somos.
-¿Qué pretende descubrir este proyecto?
-En ALICE no trabajamos con lógicas del descubrimiento. Si lo hiciéramos caeríamos en una contradicción. La lógica del descubrimiento establece una relación de poder entre quien “descubre” y quien es “descubierto”. Colabora en la construcción de espejos sociales (formas de representación de la sociedad: teorías, normas, instituciones, etc.) que imponen ciertos sentidos y legitiman formas de discriminación y exclusión. El psicoanálisis freudiano “descubrió” la histeria de las mujeres blancas de clase media y alta. La medicina y el derecho modernos “descubrieron” a las personas homosexuales como enfermas y delincuentes, respectivamente, pero ninguna de estas disciplinas vio los espejos patriarcales y homófobos creados. Algo similar ocurre con los actuales debates globales sobre economía, democracia, derechos humanos, emancipación de las mujeres, etc., atravesados por espejos que dificultan ver representaciones alternativas de la realidad.
El objetivo general del proyecto es investigar la capacidad que Europa tiene de aprender de experiencias innovadoras que están sucediendo en diferentes contextos para enriquecerse con ellas; experiencias invisibilizadas o tratadas de manera residual por los espejos dominantes. Esto nos permite valorar experiencias a partir de las epistemologías del Sur planteadas por Boaventura Santos, que son una invitación a aprender con el Sur global, metáfora de la injusticia, la explotación y la exclusión generadas por los poderes que dominan el mundo, como el capitalismo, el colonialismo y el sexismo.
-¿Cómo está organizado y cuál es su responsabilidad en el proyecto?
-Se organiza en torno a cuatro grandes áreas temáticas. Una es democratizar la democracia, que estudia formas de democracia de alta intensidad y sus posibles articulaciones. Otra, el Constitucionalismo transformador, interculturalidad y reforma del Estado, que analiza sobre todo experiencias constitucionales surgidas de luchas populares. Luego está el área Otras economías, donde se examinan experiencias y formas de organización económica no capitalistas. Y, por último, Derechos Humanos y otras gramáticas de la dignidad humana, que estudia distintas concepciones de dignidad humana y los derechos humanos desde una perspectiva intercultural. Estos ejes temáticos son objeto de estudio en 11 países: África del Sur, Bolivia, España, Portugal, Ecuador, Italia, Brasil, India, Francia, Mozambique e Inglaterra.
Además de la investigación en el eje “democratizar la democracia”, que coordino con otros colegas, colaboro en tareas de coorganización de eventos científico-académicos, de extensión y difusión cultural.
-¿Cómo se traducen actualmente estas temáticas y problemáticas en Europa?
-Europa tiene a sus espaldas una pesada historia de dogmatismos e imposiciones, no sólo respecto a los países que colonizó, sino también entre los propios europeos. Lo vemos con la conversión informal del sur de Europa en una semicolonia de Alemania y la Troika. La democracia, los derechos humanos, el Estado de derecho, entre otros dispositivos que Occidente se jactó de inventar y llevar al resto del mundo, son objeto de una crisis galopante en buena parte de Europa que revela que a menudo las hermosas palabras desempeñan un papel funcional a la corrupción, la represión, el elitismo, la pobreza, el miedo, la desigualdad, etc. El aumento de la criminalización de la protesta social en España, los desahucios, el paro que no cesa, el subempleo, los suicidios, las agresiones a las políticas sociales, la brecha creciente entre ciudadanos y políticos, la reciente muerte de 15 migrantes en Ceuta, la aparición de Amanecer Dorado en Grecia, la abolición del sistema público griego de atención primaria, las muertes de Alpha Pam y Soledad Torrico, la suspensión de las elecciones en Italia, el fracaso del proyecto de constitución ciudadana en Islandia o el chantaje de los mercados financieros son, entre otros, reflejos de problemáticas actuales más amplias, como la derrota de la democracia por el capitalismo, la degradación de los derechos humanos o la ausencia de un constitucionalismo emancipador.
-¿Cuál es la función social de un conocimiento construido desde la perspectiva de las epistemologías del Sur?
-Hacer ciencias sociales y humanas desde las epistemologías del Sur significa comprometerse con la realidad excluida, marginada o silenciada. Hay una variedad de sociologías, filosofías, economías, pedagogías, etc., que desperdician experiencia humana, generan discursos basados en la superioridad de una cultura o grupo y no están preocupadas por la búsqueda de alternativas frente a lo hegemónico. Los espejos creados por estas formas de conocimiento no permiten reconocerse en los demás, encontrarse con ellos y descubrir lazos comunes.
Las epistemologías del Sur son un esfuerzo por recuperar y poner en diálogo saberes y prácticas ocultas tras los espejos políticos y sociales dominantes para crear formas de conocimiento que tengan una visión más rica e inclusiva del mundo, de ahí que una de las premisas básicas del proyecto sea que la comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo. Pretenden contribuir a crear espacios de transformación comprometidos con la construcción de nuevos mundos posibles más justos y plurales. En resumen, las epistemologías del Sur son una lucha contra el desperdicio de experiencia.
-¿A qué se refiere cuando habla de la importancia de promover diálogos horizontales de saberes y prácticas? ¿Cómo se establecen estos diálogos de los que habla?
-A la necesidad de buscar formas de conocimiento y reconocimiento entre diferentes luchas y resistencias para generar articulaciones entre ellas. ¿Qué pueden tener en común, por ejemplo, un indígena guaraní que participa en las marchas del TIPNIS en Bolivia y un miembro de la Marea blanca que se moviliza contra la privatización de la sanidad pública en Madrid? Para los espejos convencionales, probablemente nada, pero si miramos más allá veremos que la lucha contra el neoliberalismo no es exclusiva de un grupo o territorio. De lo que se trata es de tender puentes de comunicación para intercambiar experiencias y apoyos que permitan aprendizajes mutuos a través de un diálogo de saberes. Gandhi reconocía la influencia en su práctica de la no violencia de las técnicas de resistencia pasiva y desobediencia civil pacífica de las sufragistas británicas, que aprendió mientras estudiaba derecho en Londres.
No hay una sola manera de establecer estos diálogos. Lo fundamental para que puedan darse es respetar determinadas condiciones que promuevan el enriquecimiento mutuo, como reconocer ciertas asimetrías de poder entre los participantes, la voluntad de desaprender y reaprender juntos, comprometerse en acciones colectivas, desarrollar una relación de complementariedad recíproca, etc.
-¿Qué puede aportar un filósofo político a una investigación de estas características?
-Creo en la función social de la filosofía, a menudo practicada en ciertos ambientes como una bella durmiente desvinculada de la realidad. Entiendo la filosofía, y en particular la filosofía política, como parte de una teoría crítica de la sociedad. Para mí la filosofía política es una actividad reflexiva, crítica y contextualizada que puede ayudar a crear una conciencia política alternativa a partir de los problemas y experiencias cotidianas de las personas. La filosofía que yace dormida tiene que ser despertada por el crudo beso de la realidad.
-Usted coordina el eje del proyecto que propone “democratizar la democracia”. ¿En qué consiste exactamente?
-Partimos de la premisa de que una democracia significativa no puede reducirse a la democracia electoral hegemónica, que ha demostrado ser un modelo capaz de convivir tranquilamente con situaciones estructurales de desigualdad, exclusión, autoritarismo, corrupción, privilegios de casta, etc., y que además se presenta ante el mundo como un espejo de democracia en el que mirarse. La democracia no es algo monolítico, sino una construcción social dinámica que adopta diferentes formas y expresiones. Por eso el área se propone contribuir a revelar la diversidad democrática del mundo y explorar el potencial de experiencias alternativas de democracia al modelo dominante que no se agotan en el voto y la representación.
-En ese sentido han surgido nuevas propuestas políticas que quieren incluir a la ciudadanía, hacerla partícipe directa. Me refiero a Podemos, encabezado por Pablo Iglesias; y al Partido X. ¿Cómo los valora?
-Son dos muestras de las nuevas forma de hacer política que reclama la gente. El Partido X está superando algunos escollos que a mi entender le restaban credibilidad, como el anonimato y el aire de misterio que lo envolvía. También ha demostrado ser capaz de hacer un trabajo serio y prolongado, así como de hacerse presente en ciudades y barrios con sus nodos de trabajo y su Red Ciudadana. Sin embargo, me parece que se apoya demasiado en la comprensión experta y especializada de la política en detrimento del ciudadano de a pie, lo cual no ayuda a desprofesionalizar la política. También da la impresión de estar muy enfocado a la sociedad red y a quienes controlan las nuevas tecnologías, cuando el analfabetismo y la brecha digital están presentes en un sector importante de la población.
El gran mérito de Podemos, teniendo en cuenta que es un proceso en gestación, ha sido devolver el entusiasmo a mucha gente como no lo había hecho nadie desde el 15-M. Además tiene la virtud de volver a poner sobre la mesa el debate sobre la construcción de un poder popular capaz de subvertir los viejos códigos políticos y no sólo de oponerse a ellos. Pienso que el horizonte de Podemos no debe ser disputarse el poder, sino invertirlo. El reto a largo plazo es ver si sus Círculos pueden funcionar como contrapoderes sociales con potencial de ruptura. Creo conveniente evitar caer en las prisas electorales, desinflar el carácter mediático de la iniciativa y su liderazgo, ampliar la pluralidad de voces y articularse con movimientos y proyectos afines.
-¿Ve alguna posibilidad de regenerar de nuevo la democracia por la vía que proponen estos dos proyectos?
-Luchar por la democracia es luchar contra el capitalismo y contra la falsa democracia liberal, su caja de resonancia política. Las propuestas del Partido X están encaminadas a introducir mecanismos que combaten la perversidad del sistema representativo (transparencia, wikigobierno, referéndum, etc.), explorar las posibilidades de participación que ofrece la sociedad red y luchar contra el fraude fiscal. Son medidas urgentes y necesarias que mejoran y amplían la democracia, pero que no necesariamente van en la dirección de una democracia anticapitalista. El proyecto político de Podemos apunta más alto, pero aún es bastante embrionario. Habrá que ver si lo que plantea es más democracia o más bien otra democracia.
-En su opinión, ¿cómo se pueden construir discursos y prácticas contrahegemónicas de la democracia que modifiquen las viejas estructuras de poder?
-Tenemos que ser capaces de crear una conciencia popular masiva sobre la importancia de construir democracias reales, denunciando los discursos y prácticas falsamente democráticas que legitiman la situación actual y convierten la democracia en un esperpento grotesco. Como decía Rosa Luxemburg, lo más revolucionario que uno puede hacer es denunciar siempre y en voz alta lo que está pasando, y yo añadiría por qué está pasando. Indignación y democracia son amantes inseparables. Por eso la democracia de los indignados no puede ser la democracia de los indignos: democracia vendida, democracia privatizada, democracia especulada, democracia robada por el neoliberalismo y sus lacayos. Hoy en Europa no hay democracia, hay fascismo electoral, el gobierno de poderes autoritarios no electos que se apropian de la democracia representativa, los partidos y las elecciones para legitimarse y ejecutar por las urnas un genocidio social cuyas cifras aterran. Hago un uso metafórico del término fascismo electoral para referirme al poder totalitario que impone sus condiciones sobre la economía, la política, la salud, la educación, etc. aprovechándose, con la connivencia de la mayoría de los partidos, de las reglas del juego electoral.
-¿Qué puede aprender Europa de estas experiencias de democracia para que no pase lo mismo?
-Un aprendizaje fundamental para Europa reside en la importancia de crear pensamiento colectivo, de aprender una sabiduría del nosotros en la vida política y social cotidiana a partir de prácticas como el consenso, la escucha y la asamblea. La democracia radical, el asamblearismo popular, los procedimientos horizontales o el poder constituyente no serán realmente efectivos si no se basan en lógicas comunitarias.
El 15-M fue una semilla cuyo potencial todavía está por descubrir. De ahí la importancia de aprender con otras culturas políticas. La experiencia de la lucha anticolonial indígena, de otras formas de organizarse y hacer política vinculadas a lo comunitario, pueden ser cruciales para superar problemas de Europa, como la desarticulación de las luchas y movimientos. En España esta desarticulación no sólo tiene que ver con factores como el predominio cultural del individualismo y la competitividad, sino también con los mitos creados por la cultura de la Transición, que nos legó un sistema supuestamente democrático aplaudido por una izquierda institucional dócil. Desaprender esta cultura es imprescindible para levantar la democracia.
Fuente:http://www.publico.es/politica/507875/en-europa-no-hay-democracia-hay-fascismo-electoral
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